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Mostrando entradas de marzo, 2020

Hacia Delante

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Y en enero de 2016, Jack entra escena. Un nuevo actor para esta epopeya romántica y de caóticas desdichas. Jack nos ha ido guiando en este camino, en esta aventura. Nos ha ofrecido momentos muy dulces y tragos muy amargos. Y así es la vida, perfecta tal y como es. Los momentos dulces se disfrutan y se comparten y de los tragos amargos se reflexiona y aprende. Y de esta manera, en el ajetreo de las aguas turbulentas, Jack nos acompañó por la corriente del tiempo hacia el momento presente.  En ese momento, Jack es tan solo un cachorro de dos meses y 10 kilogramos de peso. Jack entró en nuestra vida casi sin avisar.   Llegado febrero, con la primavera a punto de romper el cascarón y el deshielo derramándose por las calles asfaltadas de Madrid, retorno a mi anterior trabajo, pagado mal y tarde o simplemente no pagado, pero con otra persona al cargo. El primer mes parece que va bien, van pagando. El siguiente mes se retrasa el pago; el cuarto y quinto mes, no hay pago. A priori,  pa

Otro comienzo, la misma historia. #2

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Aún renqueante y con las emociones en el lado de la desesperación y de la reflexión, vamos a decir, tenía algo de tiempo libre y pocas ganas de hacer algo de provecho con él. Me encontraba en las tinieblas, abrazado a las húmedas y oscuras alas que una vez tuve a mis espaldas, contando las plumas vacías, preguntándome por qué ya no podía volar. Desterrado en un rincón oscuro de mi mente, arrodillado sobre la sangre negra, en el letargo de la depresión, la culpa y el victimismo, allí, me hundía. Recuerdo verme contar las plumas, arrancándolas una a una de la carne muerta de lo que un día fueron mis majestuosas alas. Recuerdo sentir las punzadas de dolor y el crepitar de la carne sin vida. Recuerdo estremecerse los muñones abrasados en la parte media de la espalda. Y donde los omóplatos se unen, se escucha el rugir de la cáscara al moverse, se siente el líquido de la carne fresca y la costra formada. Las plumas caen y la carne aparece entre ellas. La piel, pálida y fría, protege la c